Tanto Centroamérica como República Dominicana se han posicionado como destinos importantes para el nearshoring o la relocalización de empresas. Por ello, estas jurisdicciones han expandido sus zonas francas y han fortalecido su infraestructura logística. República Dominicana, por ejemplo, detalla Urania Paulino, socia de Pellerano Nadal, ha apostado por convertirse en un hub logístico regional, modernizando puertos como Caucedo y reformando su Ley de Aduanas (168-21) para facilitar el comercio. 

En el caso de Costa Rica, el régimen de zona franca sigue creciendo sistemáticamente desde la década de los ochenta como un régimen especial de impuestos. El año pasado el país atrajo 73 nuevos proyectos de inversión, incluyendo 21 empresas nuevas y 52 reinversiones en sectores como servicios, ciencias de la vida y manufactura avanzada, según datos de Promotora de Comercio Exterior (Procomer). Panamá también registra importantes iniciativas privadas de inversión, particularmente en sectores estratégicos como logística, tecnología y manufactura.

Países como Nicaragua y El Salvador ofrecen beneficios fiscales a sectores en zonas francas y, por ubicación geográfica, Guatemala ha aprovechado la dinámica global de la Inversión Extranjera Directa (IED) a través del nearshoring, esta localización permite a las empresas extranjeras reubicar sus procesos comerciales o productivos más cerca de sus principales mercados, lo que implica una reducción de costos en la cadena productiva y logística, como señala Carlos F. Camacho, socio de inversión y comercio internacional de Arias - Costa Rica.  

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Pero, a decir de Paulino, esta dinámica ha sido trastocada por la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, que es el principal socio comercial de muchas de estas economías. 

A República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá y Belice les fue aplicado un arancel adicional de 10 % con la medida ejecutiva del presidente Donald Trump del 2 de abril pasado, con la intención de proteger la industria estadounidense, reduciendo su dependencia del exterior, y disminuir su déficit comercial. La excepción fue Nicaragua, a la que se impuso una tarifa de 18 % sobre los productos que le compra EE. UU.

De esta manera, los países amparados en el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (CAFTA-DR), suscrito en 2004, vieron cómo cambió drásticamente el panorama en materia comercial, con un incremento de costos, un impacto en la rentabilidad de las operaciones y la pérdida de competitividad de los productos que exportaban hacia el mercado estadounidense, entre sus principales consecuencias.

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Impacto en diversos frentes 4vi53

Camacho advierte sobre el impacto que tiene el aumento de aranceles en sectores como la agroindustria (piña, banano y café) y de dispositivos médicos, lo que obliga a las empresas a replantear sus estrategias de producción global. 

Además, asegura que la medida también se traducirá en inflación importada, pues al depender de importaciones desde Estados Unidos, los países centroamericanos pueden experimentar un aumento en los precios de bienes esenciales, lo que afectará la economía local.

Según el especialista, industrias como la agroexportación y manufactura también podrían ver una disminución en sus ventas debido a los nuevos aranceles y avizora una reconfiguración de mercados a través de la diversificación de destinos de exportación hacia Europa, Asia o mercados regionales para mitigar el impacto. No obstante, advierte que esta última opción no será posible para todas las industrias.

“La imposición de aranceles a todos los países por parte de EE. UU., incluyendo a República Dominicana y a los países Centroamericanos, introduce una distorsión importante en la lógica de nearshoring. Tradicionalmente, la relocalización se basaba en el sin restricciones al mercado estadounidense; sin embargo, los nuevos aranceles alteran esa ventaja”, advierte la socia de Pellerano Nadal.

A ello añade que para las economías más dependientes de las exportaciones hacia EE. UU., las zonas francas dominicanas o las maquilas centroamericanas, estos aranceles aumentan los costos operativos y disminuyen la competitividad frente a terceros países que, a pesar de estar más lejos, pueden negociar condiciones bilaterales más favorables.

"El efecto inmediato es una pérdida de competitividad. Los sectores más vulnerables son aquellos con márgenes ajustados y dependencia directa del mercado estadounidense, como textiles, manufactura ligera y componentes electrónicos", dice Paulino, quien estima que, en el corto plazo, podrían desacelerarse nuevas inversiones y provocar un reanálisis de las cadenas de suministro ya establecidas.

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El peso del CAFTA-DR 4h3xj

Entre los acuerdos suscritos por los países centroamericanos y República Dominicana con sus socios comerciales el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (CAFTA-DR), que ampara a Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Estados Unidos, destaca como el de mayor peso si se toma en cuenta la participación que este tiene en relación con el total exportado.

De acuerdo con el informe sobre el estado actual de la integración económica centroamericana publicado el año por la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca), en 2023, el CAFTA-DR fue el más aprovechado si se considera el valor de las exportaciones de los países de la región (62,4 %) y República Dominicana (2,6 %), 21.490,1 millones de dólares, seguido del acuerdo con la Unión Europea (23,4 %, equivalente a 7.740,1 millones de dólares). 

Paulino resalta que, a pesar de las nuevas medidas arancelarias impuestas por EE. UU, el DR-CAFTA sigue siendo uno de los principales escudos legales y comerciales de la región de cara al nearshoring, pues proporciona:

• Un marco normativo claro y predecible, fundamental para atraer inversión extranjera directa. Para el socio de Arias, la estabilidad comercial que ofrece el DR-CAFTA ha sido un factor clave para atraer inversión directa en sectores estratégicos como manufactura, tecnología y servicios.
• Mecanismos de solución de controversias, que ofrecen garantías jurídicas a los inversionistas ante decisiones unilaterales.
• preferencial a EE. UU. y otros mercados del bloque que, aunque puede verse limitado por nuevas políticas arancelarias, aún representa una ventaja frente a países no adheridos.

Camacho refuerza que, gracias al CAFTA-DR, los países de Centroamérica y República Dominicana tienen condiciones favorables para exportar a EE. UU., lo que los hace más atractivos para empresas que buscan relocalizar su producción. Entre otras ventajas de este menciona:

• Diversificación de exportaciones: El tratado ha impulsado la creación de nuevas cadenas de valor, permitiendo que sectores como el textil, autopartes, servicios especializados y dispositivos médicos, entre otros.
• Competitividad frente a Asia: Con el auge del nearshoring, las empresas buscan alternativas a China y otros países asiáticos. Centroamérica, por su cercanía geográfica y acuerdos comerciales, se posiciona como una opción viable, frente a esos mercados afectados por tarifas punitivas, largos tiempos de entrega y costos logísticos crecientes, de acuerdo con Paulino.

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Oportunidades y barreras 2g184n

Los especialistas consultados coinciden en que las oportunidades de nearshoring en Centroamérica y República Dominicana se concentran en sectores que combinan alta demanda en Estados Unidos con ventajas productivas en la región, que pueden impulsar la economía y atraer inversión extranjera. Destacan:

1. Manufactura ligera y avanzada: Textiles y confección, dispositivos médicos y ensamblaje de componentes electrónicos. En estos últimos Costa Rica lleva la delantera por su mano de obra calificada y estabilidad política. Honduras y El Salvador han fortalecido su industria textil, aprovechando su proximidad a EE. UU. para reducir costos logísticos.
2. Agroindustria: Procesamiento de alimentos, empaques y exportación de productos frescos. La exportación de productos agrícolas como café, frutas y azúcar sigue siendo una oportunidad clave, con mejoras en logística y certificaciones internacionales.
3. Servicios tercerizados (BPO/KPO): Call centers, contabilidad, soporte técnico y desarrollo de software.
4. Logística y transporte: Centros de distribución regional y servicios de carga aérea y marítima.  La ubicación estratégica de la región y el al Canal de Panamá facilitan el comercio y la distribución de bienes a nivel global.

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“La diversificación de sectores también permite que las economías centroamericanas reduzcan su dependencia de productos tradicionales de exportación, incrementando el valor agregado de sus industrias”, añade Paulino.

A pesar de las ventajas logísticas y geográficas mencionadas, persisten barreras estructurales que dificultan una adopción más ágil del nearshoring:

1. Infraestructura: Si bien algunos países como República Dominicana han avanzado significativamente en puertos, zonas francas y conectividad, otros enfrentan déficits en transporte terrestre, energía o aduanas e incluso en carreteras.
2. Burocracia y regulaciones: La lentitud en la emisión de permisos, la falta de armonización tributaria y la inseguridad jurídica en algunas jurisdicciones generan dudas entre potenciales inversionistas. En otras hay preocupaciones respecto a la estabilidad política y una seguridad frágil.  
3. Capacitación técnica del capital humano: Aunque existe una fuerza laboral joven, la región aún necesita ampliar la formación técnica y profesional en sectores específicos como logística, manufactura avanzada o tecnología. La demanda de habilidades especializadas en tecnología y manufactura sigue siendo un desafío. Cada país tiene sus fortalezas dependiendo del nicho de mercado.

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Camacho menciona que en Costa Rica se trabaja en una reforma del código laboral para formalizar la jornada 4X3 (trabajar cuatro días y descansar tres), que ya muchas empresas utilizan en la práctica, pero que no son legales, especialmente en empresas de manufactura y de servicios que tienen la metodología de trabajo   que operan sin parar. 
Señala que por la posición geoestratégica privilegiada de Panamá, los legisladores han procurado históricamente mantener un marco normativo que esté a la vanguardia del crecimiento comercial y alineado con las nuevas tendencias internacionales, permitiendo al país adaptarse rápidamente a oportunidades emergentes como el nearshoring y entre las herramientas que apuntan en esa dirección destacan las Zonas Económicas Especiales (ZEE)

En República Dominicana, por ejemplo, se ha observado un mayor interés de fondos regionales y compañías extranjeras en adquirir o asociarse con empresas locales que ya operan bajo el régimen de zonas francas o que poseen activos logísticos bien posicionados y resalta que el alza de aranceles en Estados Unidos ha incentivado esta dinámica, ya que muchas compañías buscan integrarse verticalmente o ganar escala en mercados cercanos al consumidor final.
También explica que el fenómeno ha estimulado la revalorización de activos estratégicos, como parques industriales, almacenes con portuario o compañías de servicios logísticos que ya cuentan con permisos y experiencia operativa en comercio internacional.
"Las operaciones de M&A, en este nuevo ciclo, no solo responden a motivos de expansión, sino a estrategias de mitigación de riesgo frente a un entorno comercial más restrictivo. En ese sentido, el nearshoring actúa como catalizador para movimientos corporativos que antes habrían demorado años en concretarse", finaliza la socia de Pellerano Nadal.