Ventaja competitiva a través de la gestión: Cómo hacer que un despacho destaque sin importar su tamaño 4k586g

La gestión eficaz es la nueva frontera de la ventaja competitiva / ChatGTP
La gestión eficaz es la nueva frontera de la ventaja competitiva / ChatGTP
Una gestión eficaz no solo mejora la prestación de servicios, también define la propuesta de valor para quienes integran la firma.
Fecha de publicación: 02/06/2025

En un mercado jurídico cada vez más exigente y competitivo, la gestión del despacho ya no puede considerarse un asunto rio o reservado únicamente a las grandes firmas. Muy al contrario, constituye hoy un activo estratégico esencial. Y no solo en el mercado de clientes, en el que tradicionalmente se centra la atención, sino también en los otros dos mercados en los que toda firma compite simultáneamente: el mercado de socios (actuales o futuros) y el mercado del talento.

Una gestión sólida y eficaz no solo mejora la prestación de servicios, sino que también define la propuesta de valor para quienes integran la firma, para quienes podrían integrarla y para quienes la observan con interés desde fuera. En este breve artículo abordamos seis pilares que, correctamente integrados, permiten convertir la gestión del despacho en una ventaja competitiva sostenida.

Estrategia y posicionamiento: saber quiénes somos y para quién trabajamos. 

Tener una estrategia clara no es patrimonio de las firmas de gran tamaño. Todo abogado debe saber qué servicios puede ofrecer con el máximo valor añadido, a qué clientes se dirige y en qué se diferencia de sus competidores. Este posicionamiento estratégico —cómo queremos ser percibidos por el mercado— orienta todas las decisiones clave del despacho: desde la política de personas hasta la inversión en tecnología o las estrategias de pricing.

La estrategia implica elegir con inteligencia, y también renunciar. No se trata de hacer todo para todos, sino de construir una propuesta de valor coherente y reconocible.

Marketing, ventas y gestión del tiempo no facturable

Uno de los errores más comunes es considerar el marketing jurídico como una actividad puramente promocional o secundaria. En realidad, debe entenderse como una herramienta para identificar y satisfacer las necesidades del cliente mediante la generación de valor. Y esto requiere tiempo, recursos y una planificación rigurosa.

Gestionar correctamente las horas no facturables, y en especial las destinadas al proceso comiercial —aquellas dedicadas a la captación, al posicionamiento o a la relación con el mercado— es esencial para que estas acciones se conviertan en inversión y no en coste hundido. 


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En función de la estrategia, adecuar el tiempo destinado a prestación de servicios (facturable) y el tiempo dedicado a gestión, formación, marketing y ventas (no facturable) resulta imprescindible.

Finanzas comprensibles: medir para decidir

Como en cualquier empresa de servicios profesionales, si no se mide, no se detectan áreas de mejora, y se puede tener una percepción sesgada de la realidad del negocio. La rentabilidad de un despacho no se puede gestionar solo con intuición. Es imprescindible disponer de datos objetivos: saber qué expedientes son más rentables, qué clientes aportan mayor margen, qué profesionales generan más valor.

Contar con unas finanzas sencillas y bien organizadas permite tomar mejores decisiones, anticiparse a los problemas y fijar metas alcanzables. La información económica debe ser una brújula, no un archivo olvidado. Esta necesidad de medición nos acerca al siguiente punto clave.

Sistemas de información como multiplicadores de valor

En la actualidad, cualquier despacho —grande o pequeño— puede acceder a sistemas de información potentes y asequibles. La tecnología ha democratizado la gestión. Invertir a tiempo en las herramientas adecuadas permite liberar tiempo, mejorar el control, gestionar el conocimiento interno y prestar un mejor servicio al cliente.

El sistema de información no es un gasto, sino un recurso estratégico que integra todos los anteriores: permite implementar la estrategia, medir la rentabilidad, gestionar el marketing y profesionalizar la operativa.


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Además, y esto relacionado con el punto anterior, disponer de buenos sistemas de información hace posible el seguimiento regular de los indicadores clave de rendimiento (KPIs) de toda firma legal: el rate medio (precio hora promedio facturado), la utilización (porcentaje de horas facturables respecto al total de horas disponibles), el leverage (ratio entre abogados no socios y socios), y el margen (beneficio sobre ingresos totales). 

Estos cuatro indicadores, tomados en conjunto, permiten medir de forma objetiva la productividad, la eficiencia y la capacidad de crecimiento rentable de un despacho. Sin información sistematizada y fiable, estos datos son invisibles, y sin ellos, la gestión se vuelve reactiva, basada en intuiciones o impresiones, no en evidencia que ayude a la toma de decisiones.

Un sistema de retribución de socios coherente con la cultura y el momento de la firma

Pocas decisiones tienen tanto impacto como el sistema de retribución de socios. Este no solo determina la motivación individual, sino que proyecta los valores reales de la organización. Un sistema eficaz es aquel que refuerza la cultura de la firma —sea esta colaborativa, meritocrática o híbrida— y acompaña el momento vital de la organización, ya esté en crecimiento, consolidación o transición.

Además, el sistema de compensación de socios se convierte en un mensaje potente en los tres mercados: en el de clientes, al alinear incentivos con resultados; en el de socios, al definir reglas del juego y gobernanza; y en el de talento, al constituir una pieza crítica en la propuesta de valor profesional. Diseñarlo con visión, claridad y justicia es clave para atraer, motivar y retener.

Trayectoria profesional clara: compromiso mutuo entre la firma y sus profesionales ppj

Uno de los elementos más valorados por los abogados en ejercicio —y a menudo también más descuidados— es la existencia de una trayectoria profesional clara dentro de la firma. Contar con un plan definido que indique cuáles son los posibles caminos de desarrollo, qué se espera en cada etapa y cómo se evalúa el progreso no solo aporta claridad y motivación, sino que también actúa como herramienta formativa.

Una trayectoria profesional bien diseñada permite al abogado entender qué habilidades debe cultivar, qué responsabilidades asumirá y cómo puede aportar valor creciente a la organización. Pero también es un compromiso recíproco: por un lado, la firma se obliga a ofrecer oportunidades reales de desarrollo; por otro, el profesional asume el reto de evolucionar y contribuir al crecimiento colectivo.


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En este contexto, la existencia de una función directiva clara —encarnada habitualmente en la figura del socio director— resulta imprescindible. La profesionalización de la gestión no es un proceso espontáneo: requiere liderazgo, responsabilidad clara, dedicación constante y capacidad de decisión. Sin dirección firme, la gestión se fragmenta; con dirección efectiva, se convierte en motor transformador.

En resumen, la gestión del despacho no es un asunto istrativo: es una herramienta de posicionamiento estratégico. Y su impacto se proyecta de forma simultánea en los tres frentes en los que hoy compiten todas las firmas: clientes, socios y talento.

Gestionar bien es decidir mejor, anticiparse al cambio, liberar tiempo de calidad y construir entornos donde las personas puedan desarrollar su máximo potencial. Es transformar un grupo de profesionales en una organización profesional eficaz, motivada y con capacidad de evolución.

Pero para que esa ventaja competitiva se materialice y no quede como un propósito abstracto, es imprescindible dedicar tiempo real a la gestión, y asumir su profesionalización como una tarea esencial. Y para ello, la existencia de una función directiva efectiva —asumida con responsabilidad por un socio director o figura equivalente— es condición necesaria. La gestión no debe hacerse “nominalmente” o como una carga, sino ser parte explícita de la agenda de dirección. Solo así las firmas podrán capturar, sostener y ampliar esa ventaja competitiva frente a sus mercados y competidores.

En un sector donde el conocimiento jurídico se presume y no sirve para diferenciarse, la gestión eficaz —y su dirección— es la nueva frontera de la ventaja competitiva.

*José Luis Pérez Benítez es socio de Black Swan Consultoría.

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